Restaurante 17º

…sólo
dos alas
como cal
como femenina
palma de la mano
que baila.

:: ...sólo// dos alas// como cal// como femenina// palma de la mano// que baila. Restaurante 17º ::

Aunque siempre he sido de impulsos, con el tiempo he aprendido a degustar las cosas una vez que se han sedimentado. Espero que pasen unas semanas desde que voy al restaurante hasta que transmito mis recuerdos. Delante de mis cartulinas arañadas con un rotring del 0.2 intento descifrar lo que he puesto. Me niego a copiar la carta. La lectura entrecortada se convierte en una evocación… de modo que de lo primero que me acuerdo es de un espacio blanco, una elegante camarera que discretamente se acomoda y de un baño que es glitter y terciopelo rojo.

:: ...sólo// dos alas// como cal// como femenina// palma de la mano// que baila. Restaurante 17º ::

Vamos al mediodía dispuestos a probar el menú de degustación (por supuesto, el largo). Hemos hecho bien, estamos casi solos, la atmósfera nos da indicios que va a ser algo memorable. Tras unas pequeñas delicias, nos traen el aperitivo de la casa que es una arepita con solomillo y guacamole con un aroma a cilantro que abre los sentidos a uno de los entrantes, la sopa de miso con papa y plátano macho. Llegado este punto, llamamos a la camarera; hay que preguntar de dónde es el cocinero, nos dice que colombiano y vamos descubriendo esta tendencia de cocina criolla con la que nos estamos topando últimamente. A estas altura de la comida y dado la variedad de vajillas, tenemos que levantar el plato para ver el sello —RAK; U.A.E.— ¿de los Emiratos?, se suceden formas redondas, rectangulares, con aspecto asiático, texturas rugosas, envejecidas, de cristal transparente, campanas diversas… bueno que me están impresionando.

Al estilo oriental, la ensalada de pera, sandía, durazno y mezclum con vinagreta de sésamo negro, viene dispuesta en un plato rectangular transparente que nos trasmite una agradable sensación de frescor y nos permite saborear esta exótica fusión. A modo de damero aparece el ravioli de langostino y de albahaca, el brillo que percibimos es polvo de oro. Un plato sencillo pero delicioso con su pasta al dente. Tras esto, pasamos a una milhoja de soja texturizada con hojas de sésamo, un plato realmente rústico, con ese aspecto integral y que en un restaurante de este tipo sorprende. Casi estamos exhaustos y aún nos quedan unos cuantos platos. Las raciones para un menú de degustación son algo grandes, menos mal que un Pol Roger helado nos va facilitando la digestión. Afortunadamente, ahora viene uno de mis platos predilectos —si están bien hechos— el cebiche de langostinos, un giro al Perú, el aroma de la naranja, la lima y el cilantro me parece una de las combinaciones más acertadas, la cebolla dulce, finamente en juliana da el toque crujiente que el plato pide. Por supuesto, que no olvido el fino cosquilleo de la cayena fresca en la punta de la lengua.

El sorbete de limón y mandarina, hecho como realmente se hace un sorbete, pero para mi gusto demasiado dulce, nos abre paso a una nueva versión de la hamburguesa, con cebolla caramelizada y foie, con ketchup casero y pasta de queso herreño, que graciosamente viene dentro de un tubo de pasta, acompañado con yuca frita, y esto sí que es el remate, es muy curiosa pero claro es imposible comérsela entera. Esperamos con ansiedad los postres y nos traen….el prepostre, una agradable crema de arroz con leche y galletas de coco y arroz, que deja paso a la galleta de gofio con helado de plátano, que dejo casi íntegro en el plato.

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1. Arepita con solomillo y guacamole.
2. Sopa de miso con papa y plátano macho.
3. Ravioli de langostino y de albahaca.
4. Cebiche de langostinos.

La tarde esta muy agradable. Tienen una variedad estupenda de cafés colombianos y de tés variados. Me pido un cafe popayán dezale, exquisito, aromático y algo ácido. Nos traen de acompañamiento unos sorbetes de caipirinha y unas gominolas, unas pastas, unas tejas y algo de chocolate. Exhaustos como estamos y después de degustar un cafe crème al aroma de vainilla, tengo que pedir algo que vi en la carta, el gin tonic perfecto: ginebra Miller elaborada en Inglaterra con agua de glaciares islandeses, hielo de agua mineral Voss y tónica fever tree. ¿Existe algo más snob?, lo único que no era perfecto era la mondadura de limón, que con un corte totalmente irregular se convertía en la mancha de tinta.

En conclusión, en una atmósfera decadente un menú muy original, quizás un poco excesivo en número de platos y féculas. Correctamente elaborado y servido en un menaje sorprendente y con un servicio amable y muy profesional. No se lo pueden perder. Como es obvio, la cuenta es elevada, sobre todo si no nos privamos de buenas bebidas.


Precio medio: 50 euros por persona


17º
Paseo de Tomás Morales, 14.
35003 Las Palmas de Gran Canaria.
[+34] 928 384 475

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